Joost Swarte ha publicado recientemente Casi Completo, una recopilación casi-integral de todas sus historietas de cómic –exceptuando la extensa serie infantil Katoen en Pinbal- en un cuidado álbum diseñado por el mismo y editado en holandés por Oog & Blik –su propio sello editorial-. Fantagraphics Books ha sido la responsable de la edición en inglés –como no podía ser de otra forma- y Ediciones La Cúpula ha hecho lo propio con la edición en castellano.
La edición de La Cúpula ha respetado al 100% la versión original –cosa de agradecer- y cuenta además con una más que cuidada rotulación y un magnífico prólogo de Max. Bien por ellos. Más de 150 páginas de exquisito cómic en la mejor tradición franco-belga, heredero directo de la línea clara de Hergé –término que por cierto acuñó el mismo Swarte-, y con este tufillo makokiano punk que tantos recuerdos nos trae a muchos de nosotros.

Si alguna pega le podemos poner a esta edición es su reducido tamaño que desluce bastante los sensacionales dibujos de Swarte –que manía tienen los editores de hacer estos cómics tan chiquitines-. Y que algunos ya vamos teniendo la vista cansada y nos vamos a dejar los ojos leyendo esas minúsculas letras… ay, cómo echo de menos aquellos álbumes tan grandes y hermosos que se editaban allá por el siglo XX.
Las aventuras de Jopo de Pojo, Anton Makassar y tantos y tantos personajes son el hilo conductor a través del cual Swarte traza su personal universo de exquisitas ilustraciones, espectaculares coches vintage, edificios De Stilj, rotulaciones y tipografías retro y tramas mecánicas que rozan lo imposible. Una lección de estilo y buen hacer de uno de los grandes del cómic europeo de todos los tiempos.
Swarte desarrolla la mayor parte de su producción comiquera durante la década de los 70 y principios de los 80 dedicándose desde entonces casi en exclusiva a la ilustración y el diseño gráfico. De hecho el álbum incluye en un injustificado afán de completismo algunas historietas mucho más recientes que a mi parecer no tienen ni la calidad ni la chispa de su época dorada. Totalmente prescindibles.
Y sin embargo sí echamos de menos en esta edición buena parte de sus trabajos en ilustración, sus carteles y sus portadas del New Yorker. Digamos que nos quejamos por vicio, y que ya era hora de que pudiéramos disponer de este pequeño gran tesoro en nuestra colección de cómics.